jueves, 16 de septiembre de 2010

Trabas del MEC a la formación en Música Popular

A diferencia de la mayoría de los músicos locales, he tenido la buena fortuna de acceder a una formación de primer nivel y profesionalizarme en escuelas y universidades europeas.

Después de enseñar por tres años en el Newpark Music Centre en Irlanda, decidí que era más importante ofrecer mi trabajo como docente en un país como Paraguay, en el que no hubiera este tipo de formación.

Renuncié entonces a mi trabajo en Dublín y me dispuse a volver a Asunción a montar una institución de nivel superior en música popular, con una licenciatura en Jazz y una maestría en Composición bajo el brazo.

 

Con la esperanza de lograr detener el éxodo de músicos locales, quienes se ven forzados a emigrar para estudiar en el exterior o a cambiar de profesión, monté el ITMPC (Instituto Tecnológico de Música Popular & Contemporánea), y dí vueltas por cada oficina ministerial que se me cruzó en el camino para lograr el reconocimiento de la carrera propuesta, la cual ya ha sido reconocida por el mencionado Newpark Music Centre en Irlanda y la American School of Modern Music en París, Francia, dos de las escuelas de jazz más importantes de Europa, ambas parte de la Asociación Internacional de Escuelas de Jazz (IASJ, por sus siglas en inglés) y la Berklee International Network.

 

Después de meses dí con la Dirección General de Educación Superior, donde luego de informarme, presenté en diciembre de 2009 mi proyecto.

Al consultar cuánto tardaría el trámite, me dijeron que un máximo de treinta días, y que no habría problema de que abriera el curso en marzo de 2010.

 

El primer día de marzo, el primer año del diplomado en Música Popular comenzó a funcionar con diecinueve alumnos. Para agosto, me ví forzado a cerrar el curso, en parte porque muchos alumnos habían abandonado al ver que el reconocimiento ministerial y, por consiguiente el diploma prometido, no eran una realidad.

 

Se hizo septiembre del 2010 y aún la Dirección Gral. de Educación Superior no había logrado aprobar, en nueve meses, el proyecto.

 

Me pidieron cambios ridículos, como cambiar el nombre del Instituto, ya que si el nombre no dice “Técnico Superior”, la educación ofrecida es, seguramente, inferior.

 

La primera vez que me rechazaron el proyecto –tres meses depués de presentado-, pidiéndome cambios, fue a causa de que propuse formar intérpretes, compositores, técnicos y docentes.

Me dijeron que no puedo formar docentes, ya que el título propuesto no habilita a la docencia (por más que el 99% de los docentes de música popular del Conservatorio Nacional o la Facultad de Música no poseen título alguno).

 

Gracias a este cambio, tuve que volver a presentar el proyecto, no como una actualización del anterior, sino como uno nuevo, con otro número de expediente, o sea, de vuelta al casillero de partida.

Esta segunda vez me lo rechazaron porque las pasantías propuestas (componer, ensayar y presentar conciertos) no satisficieron sus exigencias. Me dijeron esta vez que las pasantías tienen que ser en instituciones de enseñanza. Eso quiere decir que mis alumnos van a tener que hacer 400 horas de pasantía como docentes, para no poder ejercer la docencia cuando se reciban.

Otra vez presenté el proyecto de cero. Otra vez al casillero de partida.

 

Esta tercera vez, ya en septiembre y con el curso cerrado, logré que vinieran a supervisar las instalaciones. Para hacerla corta, se quejaron de que en vez de “Secretaría” yo tenía una “Recepción” y no disponía de Dirección o Biblioteca. Al decirles que habilitaría una sala a tal efecto, me dijeron que no hacía falta, que sólo pusiera otro cartelito en la puerta que dijera “Secretaría y Dirección” y “Aula 3 y Biblioteca”, pero que eso ameritaría una segunda visita.

 

En la segunda visita, se quejaron de que mi biblioteca no tenía los cinco mil títulos requeridos:

 

-“¿Cinco mil títulos?”, les dijimos. “Eso es imposible”.

 

-“Eeehhhh, no. Dos mil, nomás, entonces” Nos respondieron luego de mirarse entre ellos sin saber qué decir.

 

-“¿Dos mil títulos de música popular?. Sigue siendo imposible…”

 

-“No, no… Dos mil títulos, nomás. De cualquier cosa”, nos dijeron, ya sin saber dónde meterse.

 

Entonces los llevamos a la biblioteca familiar, donde les mostramos libros de microbiología, de anestesiología, análisis sobre la revolución cubana y novelitas de Corín Tellado. ¡Y quedaron encantados!

 

Entonces, ahora, como si uno no tuviera otra cosa que hacer, me tengo que poner a hacer un inventario de dos mil libros que nada tienen que ver con mi especialidad y que ninguno de mis alumnos va a leer, para aprobar una carrera de la que el MEC nunca preguntó nada. Jamás una consulta académica, pero todos los palos en la rueda posibles que la estupidez burocrática local pudo concebir.

 

Por eso decidí, después de nueve meses, dejar de jugar el juego del MEC.

Parece que en Paraguay nada sale a menos que uno tenga amigos o parientes metidos dentro o pague coimas. Yo no opero de ese modo.

Voy a abrir mi escuela de todos modos. Lo lamento por mis alumnos, que no tendran reconocimiento de su esfuerzo. Y lo lamento también por los chicos que no podrán ser alumnos de mis alumnos, ya que estos tendrán vedada la docencia.

 

No era para mí que pedía esa certificación. Yo ya la tengo. Sólo quería compartirla con gente que no la tiene y, a menos que el ITMPC entre en funcionamiento, parece que no la tendrá.