viernes, 15 de octubre de 2010

Discusión sobre el XIII Festival de Jazz de Asunción

Escribo este blog en respuesta a los comentarios de Carlos Schvartzman en su blog (http://www.carlosschvartzman.blogspot.com/) sobre el XIII Festival de Jazz de Asunción, ya que me parece que hay un debate que deberíamos tener al respecto.
Carlos hace una reseña de cada grupo que se presentó, salteándose misteriosamente a Escalandrum, que –a mi parecer- fue lo mejor del festival que pude ver (lamentablemente, el último día estuve enfermo y no pude concurrir).
En este artículo quiero discutir contigo –y con Carlos, a quien aprecio y respeto muchísimo- mis impresiones sobre sus afirmaciones.
Estoy plenamente de acuerdo con la evaluación de las presentaciones de Folclass y Paula Rodríguez, ya que me parecieron presentaciones de bajo nivel y que no representan al amiente jazzístico local. Pero hay algo en el discurso de Carlos que no me satisface, y es la contínua mención de que este u otro grupo “NO ES JAZZ”. Si nos vamos a poner a debatir qué sí es jazz o qué deja de serlo, no vamos a terminar nunca, pero algo me dice que Carlos ve al jazz del mismo modo que Wynton Marsalis, quien llegó a decir algo así como que “el jazz es swing y blues”. Una bestialidad. O sea, la mitad de la carrera de Miles Davis no es jazz, ni es jazz John Mclaughlin, ni el período tardío de Coltrane.
Creo que bajo la mirada de Carlos, que a mi parecer está bastante cerca de la de Beto Barsotti y de la organización del Festval en general, Tim Berne, Steve Coleman, Vijay Iyer y los mejores músicos de jazz actuales no “son” jazz. Bajo esa misma línea, Louis Armstrong dijo que Charlie Parker no era jazz, así como también se dijo lo mismo de Monk, de Miles o de Bill Evans.

La cosa no es que Folclass o el proyecto de Paula sean o no jazz, sino que, lisa y llanamente, no son interesantes musicalmente. Y es ahí donde no coincido con Carlos. Entiendo, aunque no comparto, sus críticas a la falta de “jazz” en el grupo Matereré. De todos modos, prefiero toda la vida ver en un festival un buen grupo de folclore fusión que a alguien tocando un jazz que no trae nada nuevo. En ese contexto, más allá de mi respeto y mi admiración por el pianista de rag Bernd Lhotzky, creo que en un Festival de Jazz es mucho mejor bienvenido el mencionado Matereré, simplemente por el hecho de estar innovando y desarrollando un lenguaje, más allá de que no sea jazz “puro”.

Ví en 2008, en Dublín, a Wayne Shorter acompañado de John Patittucci en contrabajo, Danilo Pérez en piano y Brian Blade en batería, y les aseguro que lo que tocaron no se parecía en nada al jazz, ni siquiera al del mismo Shorter. Y era jazz puro. Pura invención, pura experimentación, pura búsqueda.

Volvemos a lo mismo. Lo que Carlos propone es para mí un museo, no un festival. Y ahí mi segunda discrepancia con él.
Cuando Schvartzman se queja de que grandes e importantes músicos locales (Centurión, Riolo, Palito, él mismo, Remigio, etc) fueron dejados de lado, yo me pregunto: ¿Cuál es hoy en día el aporte de dichos músicos? Ninguno de ellos está en este momento produciendo nada nuevo. Por nuevo me refiero a algo original, no a standards del año ’30 grabados otra vez del mismo modo.

Centurión lo hizo a comienzos de la década pasada con Fundanga y fue en ese momento el que llevaba la bandera del jazz local pero, lamentablemente, hoy no tiene un proyecto que mostrar, aunque le llevaría cinco minutos armarlo. Lo mismo de Palito. Su Polca Blues es de hace quince años. La Big Band que presentó en el festival es una vergüenza. ¿A quién le interesa hoy en día escuchar la música de Ellington, de hace 70 años, tocada sin ningún tipo de aporte o novedad, como negando siete décadas de evolución musical? Otra vez, eso es para un museo, no un festival. Ellington no tocaría su propia música de ese modo si estuviera vivo.

Entonces, sí, es una vergüenza dejar de lado a Riolo o a Remigio, pero el problema es que ellos mismos no tienen una propuesta musical auténtica e innovadora. En la edición del año pasado, ambos presentaron sus respectivos grupos: Remigio tocó standards leyendo directamente del Real Book. Tocó en forma impecable, como siempre. Pero yo espero mucho más de un músico del nivel de Remigio, un tipo que sabe escribir, arreglar para ensambles de jazz u orquestas sinfónicas.
Tuve el honor hace poco de que Remigio concurriera a un concierto de mi cuarteto, y más aún que elogiara el modo en que escribí la música, mencionándome que le interesaría participar de mis cursos. Pero yo no tengo nada que enseñarle a él. Al contrario, deberíamos estar todos aprendiendo de su experiencia. Y me parece que se está desperdiciando al no tener un proyecto que realmente nos empuje a los que somos más jóvenes que él a buscar horizontes nuevos.

Con respecto a Riolo, otro gran intérprete local, tuve la oportunidad de trabajar con él en su ensamble del año pasado. Y no me gustó. El repertorio del grupo se basó en arreglos de quién sabe qué grupo de los ’80. Dos días –sí, dos días- antes del Festival, Riolo nos convocó a un ensayo para sacar los arreglos escuchando un cassette (para los que tienen menos de 25 años de edad, un cassette era una forma jurásica de reproducción musical por medio de la fricción de una cinta magnética sobre un cabezal imantado). Un show de esa naturaleza es un bajón y un insulto al público, sea quien sea el ejecutante (me sucedió lo mismo en París escuchando a Manu Katché en el peor concierto al que asistí en mi vida). Prefiero un mal músico tocando música nueva, que a un súper batero como Riolo (o Manu) reciclando la música de otra persona.

Al final de cuentas, el debate que pretendo abrir es el siguiente: ¿No creen que tanto el Festival anual, como los conciertos que damos los músicos independientemente tienen que tender hacia una evolución de un lenguaje local, cada uno aportando sus propias investigaciones? ¿No estamos contradiciendo el sentido del Jazz al pretender que todo suene conocido, sin invención, sin búsqueda?
Me encantaría que en esta discusión abierta a todos podamos escuchar (leer) las opiniones de Schvartzman, Remigio, Barsotti, Riolo, Carlos Centurión, todos personajes del ambiente local a los que respeto y por los que tengo un gran aprecio personal.

Abrazo,

Ger