domingo, 28 de febrero de 2010

Jazz en Paraguay

Mmmm... armé este blog con la intención de escribir sobre el Jazz en Paraguay. La verdad es que tengo la idea de hacerlo desde hace tiempo, pero mis abundantes contratos discográficos con sellos especializados e interminables giras por teatros rebosantes de eufóricos oyentes iniciados en este arte me han mantenido distanciado de la computadora.
Es duro sobrellevar el stress provocado por la presión y las expectativas de un pueblo que se desvive por sus artistas...

¡Y ahí justito me desperté..! Bueno, de vuelta a la realidad.

Música. Jazz. Paraguay

Ser músico profesional y vivir de ello no es fácil. Ser músico de Jazz ya es ligeramente más difícil, ya que para vivir de la música es aconsejable tocar algo que a la gente le guste (o al menos le despierte la más mínima curiosidad). Ahora, ser músico de Jazz en Paraguay es casi masoquista, y aún así habemos unos cuantos... tres, por ahí... que vienen a ser un par más de lo necesario. 


Ahora, ¿por qué elegir esta profesión, esta música y este entorno? Para mí no había elección posible con respecto a la profesión: aparte de ser un inútil profesional tiempo completo, no me resigné a ganarme la vida (¿y por qué hay que ganársela??? podrían regalárnosla, ¿no?--tema de otro blog--) haciendo algo que no me apasionara. Traté: me llegué a comer catorce horas de oficina por día imprimiendo códigos de barra y vendí libros casa por casa, y resulté un empleado espantoso y un peor vendedor. Muchos músicos elegimos esta profesión no sólo porque nos da placer (también nos daría placer comer todos los días) sino porque es lo único que uno hace decentemente y con ganas.
 
Con respecto al estilo musical, casi todos los jazzeros de mi generación venimos del rock. Creo que es una evolución natural para cualquier músico en desarrollo el empezar a investigar distintas sonoridades, y la verdad que después de escuchar a John Coltrane, Fito Páez no suena igual. O es uno que tiene las orejas distintas.
Creo que somos muchos los músicos que sentimos que ciertos estilos, que alguna vez tocamos, hoy nos cierran más puertas de las que abren, creativamente hablando.

¿Y el entorno? Si uno quiere ser músico y, más precisamente, músico de Jazz... ¿No debería ir enfilando para el aeropuerto? Sí, pero hay algunos, pocos, que después de haber enfilado para el aeropuerto, y haberse hecho un lugarcito -pequeño- afuera, volvimos. Y la razón es sencilla: Uno, en toda la magnitud de su estupidez y desvarío, cree que estaría "copado" dedicarse a hacer Jazz en Paraguay. Y la verdad que estaría, si no fuera porque poca gente, incluyendo muchos músicos -algunos "jazzistas"-, sabe qué cornos es el Jazz.

¿Y qué cornos es el Jazz?

El Jazz, como dijo el bueno de Bill Evans, es hacer tres minutos de música en tres minutos, independientemente del estilo. Podés tocar hip-hop y estar haciendo Jazz (Miles Davis lo hizo), podés tocar tango o folclore y estar haciendo Jazz, como hace Gustavo Viera, para poner un ejemplo local.
El problema es que acá se cree que el Jazz es ese chín-chín-qui-chín en el platillito Y NADA MÁS. Y pudre un poquito. Si no fuera por la nueva generación de músicos, como José Villamayor, Giovanni Primerano, Víctor Morel, etc, estaríamos escuchando los mismos temas del año '40, una y otra vez. ¡Ojo! a mí me encantan Louis Armstrong, Duke Ellington y Stan Getz, pero eso es música muerta. Los '40 fueron hace 70 años. Eso es más tiempo del que la mayoría de los músicos locales lleva viviendo. Es como si un rockero de 30 años no hubiera escuchado nada después de los Beatles. Todo bien con Lennon y McCartney, pero...

Aún así, cuando en Asunción te llaman para hacer un toque de Jazz, esperan un negrito bailando con guantes blancos y bastoncito o te piden que haya una diva acostada arriba del piano. Eso no sólo es música muerta... es música grasa y, salvo raras excepciones, berreta.
Para los músicos, es una salida muy barata -casi una chantada- tocar "All Of Me" o "Autumn Leaves" como se hubiera tocado en el primer tercio del siglo pasado. Es una caradurez y una falta de respeto al público.

Y acá llego a mi conclusión y la razón de este ensayito: el Jazz no es sólo improvisar sobre una secuencia de acordes bonitos. Es crear, es romper normas, es tirarse a la pileta sin saber si pusieron la pastillita de cloro y sin loción solar (es que el Jazz en Paraguay es chuchi).
Y bajo esa designación, la gran mayoría de los músicos locales, salvo algunos de mi edad o un poco menores, pecan de chantas. Un ejemplo triste fue el último festival de Jazz: de los jazzeros locales "consagrados" no salió ni un tema original. Vino gente de USA, de Argentina y de Brasil y lo mejor que tienen para mostrar nuestros grandes músicos es que saben abrir un libro y leer un tema. Nunca una introducción propia, nunca un arreglo. Otra vez, fueron los músicos más jóvenes los que presentaron material original -ya sea composiciones o arreglos-, a riesgo de que resulte más complejo tocarlo o simplemente no le guste a la audiencia. Son esos riesgos los que hacen al Jazz lo que es.

¿Y ahora?

Bueh, ya dije lo que quería decir, que me lo vengo atragantando desde que volví al país hace cosa de 10 meses. ¿Y ahora, qué?
Bueno, lo primero que haría falta es empezar a formar músicos distintos. Formar músicos, no sólo tipos que puedan leerse un temita. Y para eso hace falta que los pibes tengan acceso a la música. Un ejemplo: le pedí a un alumno de la facultad de música de la FADA (trompetista clásico) que me mencionara los veinte trompetistas que más admiraba dentro de su estilo. No sabía ni uno. Eso se repitió con trombonistas, cantantes, violinistas, cellistas. ¿La razón? La música se enseña y se aprende con los ojos en vez de las orejas. Los pibes leen música, estudian música, investigan música, pero no la escuchan, no la disfrutan. Nuestros conservatorios e instituciones musicales han hecho de la música una materia tediosa. Algo que debe estudiarse y sufrirse por diez años antes de poder disfrutarse. Si es que llega a disfrutarse.
En la misma facu les hablé a los chicos de Stravinsky (sin ser un especialista, sino sólo un tipo con un par de orejas). Y les hablé de su música increíble. Y nadie lo había oído. Me dijeron que eso era "muy moderno". ¡¡¡Eso fue hace más de un siglo!!! Parece que en nuestro actual sistema educativo, cualquier música de menos de 300 años es "muy moderna".

No sé, ¿soy sólo yo o hay una conexión real entre el estudio de la música como si se tratara de un libro de cocina y la ejecución de ese pseudo-jazz diluído al que nos tienen acostumbrados ciertos "íconos" del ambiente jazzístico local?