sábado, 25 de enero de 2014

Cuando la integración regional no sabe de música (o cuando uno se cruza un agente de la AFIP infradotado)

Este post intenta ser un recuento de las vicisitudes vividas por el Libre Albetrío en nuestro periplo hacia el Uruguay para participar del Festival "Jazz a la Calle".



El viaje comenzó a las 3 am del martes 14 de enero, cuando el resto de la banda me pasó a buscar por el depto. Cargamos como pudimos el órgano, la pedalera, los platos y la caja de la bata, el saxo, valijas varias y nos metimos en el Toyotita enfilando hacia Encarnación. El auto iba cargadísimo y los que viajaban atrás parecían astronautas. La guantera hubiera sido más espaciosa.

Pepino y yo, separados por la pedalera


Llegamos a Encarnación tipo 8:30 am. Hicimos una parada y a eso de las 10:30 nos dispusimos a cruzar el puente que une (la definición de "unión" es absolutamente arbitraria en el Mercosur) Encarnación con Posadas.




Pasamos el lado paraguayo. Al no querer incurrir en falta alguna, un servidor se bajó del auto y habló con el encargado de la aduana para pasar los instrumentos.
Con una amabilidad que sorprendía, el tipo del lado paraguayo nos hizo cuatro copias de un formulario con el listado de los instrumentos. Todo bien. Yo llevaba la carta de invitación del festival en Uruguay y, era claro, estábamos en tránsito por Argentina (lamentablemente, entre Paraguay y Uruguay está Argentina).
Pasamos envalentonados al lado argentino. Bajé del auto en winner y enfilé para la aduana con mi papelito recién sellado en Paraguay.
En la aduana argentina en Posadas, Alcides, un pibe de unos 30 años -supuestamente el tipo a cargo- me dice que el papel que me hicieron en Encarnación no es válido. Ese es sólo un papel en caso de que yo viniera a tocar a Posadas (o sea, si yo me hacía el boludo y no decía que iba a Uruguay, pasábamos tranquilamente).

Haciendo papeles en el auto

El tipo, entonces, me manda al centro de Posadas a hacer un papel para después volver al puente fronterizo a pasar las cosas. Le dije que era medio extraño, para no decir pelotudo, que uno tuviera que ir hasta Posadas a hacer un trámite que le permitiera pasar por Posadas. O sea, yo me fui a tocar a Atenas y no tuve que viajar antes a Grecia a pedir permiso...

Bueh. El man fue inflexible y me tomé un tacho y me fui a la oficina de la AFIP en Posadas, dejando a los demás y todas las cosas en el puente.
En la oficina de la AFIP me atiende un tipo, muy amable, que me dice que, lamentablemente, no tengo un garante en Posadas, cosa que me resolvería la situación para liberarme el paso ya que necesitaba, según ellos, un aval. Supongo que ser argentino no basta para circular con instrumentos usados por Argentina...
Le pregunté si como aval servían la carta de invitación y los documentos que la organización del festival habían realizado con anticipación en el paso fronterizo de Gualeguaychú con el mismo listado de instrumentos que estábamos llevando. Obvio que la respuesta fue negativa. Tampoco servía como aval un posible fax desde la Secretaría de Cultura de Paraguay, que podría haber conseguido con un fonazo a Asunción, certificando que íbamos a representar a Paraguay en el Festival. El único aval sería el garante.
Ante la imposibilidad de conseguir un garante, me propusieron pagar nosotros una garantía del valor de los instrumentos. Claro, como si uno viajara con 10 mil dólares encima por si acaso. Es más, toda la guita que uno tiene está puesta en el instrumento. Imposible.
El tipo, con toda su amabilidad, habla con su jefa y me dice que es imposible hacer nada. Entonces me manda a hablar con un tal Federico que era, según él, el que cocinaba el guiso. Lo que dijera el Fede era la ley. Bajo un piso y pido hablar con el tipo. La secretaria me dice que no está. Está en el puente del que yo acababa de venir. Le pido que por favor lo llamara y le preguntase si se quedaría en el puente o volvería a la oficina, cosa de no cruzarme con él en el camino. La mina se niega. ¿Cómo va a llamar a su jefe? ¡Horror! Me dice que me siente y lo espere, que en algún momento va a volver. Tuve que discutir con ella y ponerme bastante nervioso para que lo llamase. El tipo no pensaba volver a la oficina. Corrí en otro tacho al puente, entonces.
Al pedísimo. Federico, muy simpático por cierto, me dice que él no puede hacer nada, que lo que decidan en la oficina está bien. Que si no tengo guita para pagar todo el valor de los instrumentos, podría hacer un seguro de caución en una aseguradora, rematando con un "pero apurate, son las 12 y todo cierra 12:30". Acto seguido, Germancito se ve a sí mismo volando en un tacho recorriendo el centro de Posadas aleatoriamente en busca de carteles de aseguradoras. A la 1:30 pm doy con una -tal vez la única que no cerraba al mediodía- que sí hace seguros de caución. El tipo me atiende y me dice que todo muy lindo, pero si yo resido en otro país y no tributo en la Argentina, no me pueden asegurar, a menos que pase por mil trámites consulares que tardarían semanas. "La gente de la aduana siempre patea para afuera y nos mandan sus problemas a nosotros, pero no podemos ayudarte". Era lógico. Mucha amabilidad de parte del capo de la AFIP, pero la solución que me había dado era inviable, y no era la primera vez que hacían lo mismo.
Salgo de la oficina de la aseguradora ya desesperanzado. Eran casi las 2 pm. La aduana cierra a las 3.
Si no resolvía el asunto en los próximos minutos, no iba a haber delegación paraguaya en el festival.

No sabía qué hacer.
Ahí me acordé que hacía cosa de tres meses habíamos tocado con los dos Gustavos, Sánchez y Viera, en Posadas, y habíamos compartido el escenario con Cristian Benítez, un guitarrista local.
Busqué un cyber abierto -cosa jodida en Posadas al mediodía- y dí con el tipo a través de Facebook.
Cristian le puso toda la onda y salió disparado para la oficina de la AFIP.

Entramos y Sergio, el tipo que amablemente me había recomendado conseguir un garante no estaba. Me atendió su jefa. Le expliqué toda la historia. "Pero... ¿Vos le dijiste a Sergio que Uds están en tránsito?", me pregunta. "Por supuesto. Mil veces".
La mina pone cara de "la estamos cagando" y me dice que saque unas fotocopias y llene unos formularios. Era casi la hora de cierre y la tipa no iba a caminar 10 metros para usar alguna fotocopiadora de la oficina. Tuvimos que correr.
Volvimos con las copias en mano y, mientras llenaba mil papeles por triplicado llega Sergio. Sonriente, le presento al garante. "¿Y para qué querés un garante? Yo te dije que sólo te servía si venías a tocar a Posadas". Ahí exploté. El man se me dio vuelta, contradiciendo lo que había dicho dos horas antes. Ante la negativa, le digo "Ok, entonces consigo una carta de invitación de alguien en Buenos Aires. ¿Te sirve eso para que transite?". Ante la respuesta afirmativa, sigo "... y en el camino me desvío a Gualeguaychú y ya...". "Pero ahí, en la frontera, te vamos a parar y confiscar toda tu mercadería, y tu garante va a tener problemas con la AFIP de por vida, pudiendo incluso perder su casa...". Cristian se puso blanco. Yo exploté, otra vez. Ahí vino la jefa y, mirándolo al Sergio con cara de "sos un hinchapelotas" le dice, "hacele los papeles".
Salimos triunfantes del la AFIP. Bah, yo triunfante y Cristian cortando clavos con el upite.
Después de empujar tres cuadras el auto de mi garante bajo el sol posadeño, salimos raudamente hacia el puente.
Los chicos estaban desesperados. No habíamos tenido contacto en las últimas tres horas. Habían pensado en volverse a Asunción, pero los tipos de la aduana les habían secuestrado los papeles del auto y estaban varados en el puente.
Llegamos y presentamos los papeles. Ahí nos atendió un tipo que ya venía pispeando el asunto y algo le olía raro, y que resultó ser el único sensato de todo el funcionariado. Eduardo parecía ser realmente el jefe ahí. Tomó los papeles y revisó todo. Se dio media vuelta y me dice asombrado "pero... ustedes están en tránsito...". Revisa los papeles. Encuentra irregularidades en el laburo del Sergio este. Lo llama, lo putea y cuelga. Firma y sella todo, y nos dice al garante y a mí "que esto lo firmen en Gualeguaychú, y a la vuelta me lo dan en mano. Si no llegan antes de las 8 pm del viernes, vengan el lunes a la mañana. NO SE LES OCURRA DÁRSELO A NADIE MÁS, PORQUE LO VAN A PERDER Y AHÍ VAN A TENER PROBLEMAS".
Nos mandó a tasar los instrumentos con un tipo ya mayor que parecía ser el especialista en eso.
El tipo nos tasó todo rápidamente y nos liberó, haciendo firmar a Cristian como garante de 8.500 dólares. Obviamente, mientras nosotros estuvimos tocando y divirtiéndonos en el festival, el bueno de Cristian habrá estado insomne...


Cristian con el trío en la frontera. Nótese la sonrisa forzada del garante...

Mientras cargábamos los instrumentos en el auto para salir de la aduana seis horas después de haber llegado, el tasador lo agarró a Alcides, el primero que nos hizo el bardo, y le dijo "Pibe, estos tipos están en tránsito. No había que hacer ningún papel..."

Salimos a las puteadas. Todo quedó registrado en la camarita GoPro que llevábamos pegada al parabrisas. Pepino estaba hecho un picle...

Al llegar a Gualeguaychú, después de 14 horas de viaje ininterrumpidas, la aduana en Uruguay nos dejó pasar sin dramas. Al ir a que me firmaran el papel, el tipo de la AFIP entrerriana, súpero tranquilo, me dice "sí, cómo no. ¿Dónde querés que firme?". Evidentemente, los uruguayos no sólo legalizan sino que también convidan...

La noche que el Libre Albetrío se presentó en el festival, conté esta historia, lo que motivó un artículo en la prensa local.



Luego del festival, saliendo de Uruguay, le consulté a otro tipo de la AFIP en Gualeguaychú sobre el procedimiento que debería hacer para no sufrir lo mismo en la frontera con Paraguay.

-"Nada" fue su respuesta.
-"No hay nada que hacer porque no corresponde ningún trámite. Los de Posadas son unos nabos". En Posadas, uno es delincuente hasta que demuestre lo contrario...



12 comentarios:

  1. Dios mío la pelotudez y la falta de yodo de los funcionarios públicos no conoce frontera Germán Lema. No puede ser que acá en Paraguay no te cubran al menos el pasaje en un ómnibus de alguna empresa nacional...pero para trasladar jugadores sí hay dinero y voluntad...ustedes se merecen un AVIÓN EN PRIMERA CLASE Caraj...

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  2. Muy buena narración me da vergüenza ajena la gente de posadas y soy posadeño

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  3. que verguenza me da la Aduana de Posadas,Misiones, Argentina,soy Posadeña!!

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  4. una verdadera vergüenza estos "hermanos" Argentinos. Después dicen que los encarnacenos somos retrasados.

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  5. Aprecio la ciudad de Posadas desde mi casa, hermosa la escultura nueva que puedo divisar en su costanera, un espectacular paisaje bañado por el Paraná. Eso si, ni para traer combustible paso el puente, JAMÁS.

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  6. Una verguenza la Aduana !!!! Soy de Posadas y sufrimos de la misma manera... La verdad de la milanesa es que quisieron Sacarles guita impunemente....

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  7. con este tipo de cosas, me da vergüenza ser posadeña

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  8. Cierto, los colegas paraguaros debieron consideran en el presupuesto de gastos, una"mojada de manos" al funcionario de turno en la Aduana de Posadas. Bien famosa es nuestra conocida "viveza criolla". Qué manga de ineptos hijos de remilputas!!!!!!!!!!

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  9. Merecia quedar escrita la crónica!!! un viaje corto pero intenso!

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  10. ES IMPRESIONANTE TODO LO QUE PASARON PERO QUIERO INFORMARLES QUE LOS POSADEÑOS NO SOMOS CULPABLE DE NADA LA ADUANA ES NACIONAL Y LOS POSADEÑOS TAMBIÉN SUFRIMOS LOS MALTRATOS DE ESA JENTE

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  11. La aduana de posadas, a parte de la lentitud de los controles y las largas colas que hay que soportar, siempre buscando problemas donde no hay, molestando al turista, muchas veces con el solo objetivo de "recaudar", debe ser una de las peores de la region.

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